Pedro Linares comenzó como un artista "cartonero" que vivía muy cerca del corazón de la Ciudad de México, en el barrio de la Merced Balbuena (atrás del Mercado Sonora), fabricando máscaras, piñatas y muñecos de Judas para festividades locales y en otros estados de la República Mexicana.
Pedro Linares recibió el Premio Nacional de Ciencias y Artes 1990 por su gran trayectoria artística y por su creación: Los Alebrijes. En la actualidad los hijos y nietos de Linares continúan la tradición familiar creando Alebrijes.